Capítulo
4
NAHUEL
Observé a
Jacob salir por la puerta con odio. ¿Por qué tenía que apartarme
de Renesmee siempre? Nada más cerrar la puerta tras de mí, miré a
la niña deseando acercarme de nuevo a ella. ¿Podría hacerlo? Ella
en cambio miraba la puerta algo confusa, más no tardó mucho en
girar el rostro hacia mí.
—Nahuel,
te reclaman— murmuró Bella sonriente al advertirlo. Me acerqué
con rapidez a coger a Renesmee —Llévate-la a dar una vuelta por el
bosque, que tengo que hablar con Alice. — Me pidió.
Asentí,
sonriendo. Me encantaba pasar momentos a solas con ella, eran tan
especiales… Ella todo el rato me hacia preguntas, curiosa, y yo las
respondía, sin perder la sonrisa de la cara en ningún momento.
—Vamos
pequeña—dije mientras la cogía en brazos. Murmuramos un “adiós”
a la vez y empezamos a reírnos. Salimos por la puerta en dirección
al bosque.
Renesmee
no paraba de preguntarme cosas con su extraño y fascinante don. Todo
acerca de mi vida antes de venir a Forks.
“¿Comías
comida humana?”
—Claro,
hay cosas que están muy ricas. Deberías acostumbrarte a comerla, en
vez de beber sangre— Le dije con una sonrisa. Ella soltó un
rotundo “no” y puso cara de asco. Me reí de ella— ¡Oh,
vamos!, es mucho mejor. — Insistí
“Es
mucho mejor la sangre, reconócelo”
—Bueno,
vale, quizá si. Pero…—me callé al ver la mirada de asesina que
me echó la niña — Veo que no te voy a poder convencer, ¿no? Que
cabezota eres— murmuré. Las sonrisas me salían solas cuando
estaba a su lado, y no lograba entender por qué.
Llegamos
a pequeño claro. Estaba cubierto de césped, y algunas florecillas
silvestres. A Reneesme se le iluminaron los ojos. La bajé al suelo,
y ella empezó a andar, observándolo todo con atención.
Me
acerqué a la flor que estaba más próxima a mí, y la corté.
Luego, me senté en el suelo, dándole vueltas con la mano. Nessie se
acercó a mí y me miro con una sonrisa.
—Toma,
para ti— dije, ofreciéndole la flor. Ella sonrió aun más
mientras la cogía. Luego, la olió— Es tan bonita como tu…— le
confesé
No
sé si me imaginé el rubor de sus mejillas en ese momento, pero se
tumbó en el suelo, bocabajo, y no me dio tiempo a comprobarlo.
—
¿Qué te pasa? — Pregunté,
parecía un poco abatida
—
¡Quiero ver a Jake! — dijo con
tristeza. Al oír su nombre, me empezó a embargar un sentimiento de
odio, el cual no entendía. “¡Pero si apenas lo conoces!”
pensé para mi mismo confuso.
—
Luego le verás pequeña, se
pasará a verte —murmuré, con una sonrisa, intentando infundirle
ánimos. Odiaba verla triste.
—No te cae muy bien, ¿verdad que no? —Susurró, mirándome a los ojos, no contesté ¿Tan obvio era? — Tranquilo, yo os quiero a los dos — Añadió y yo le dediqué una sonrisa llena de ternura.
—No te cae muy bien, ¿verdad que no? —Susurró, mirándome a los ojos, no contesté ¿Tan obvio era? — Tranquilo, yo os quiero a los dos — Añadió y yo le dediqué una sonrisa llena de ternura.
Intenté
cambiar de tema, distraerla para que no pensase en Jacob. Me tumbé a
su lado con ella y estuvimos hablando durante toda la tarde, y por
suerte, el licántropo no salió otra vez en la conversación.
—
¿No crees que ya es hora de
dejar de revolcarse por el suelo y volver a casa? —le pregunté,
riéndome. Ya estaba anocheciendo. Ella asintió. Observé nuestras
ropas, que estaban llenas de barro y me reí. Me levanté y luego
recogí a Reneesme del suelo.
Al
llegar a la casa, Jacob ya estaba allí. En cuanto entramos por la
puerta, se acercó a nosotros y me la quito de los brazos. Quise
replicarle, pero me contuve, por la niña.
Bella
se acercó a mí. Tenía cara de preocupación. Me hizo una seña
para que saliese fuera y accedí. La vampira salió tras de mi.
—Los
Vulturis quieren a Reneesme— Declaró, tras varios minutos de
silencio. La miré expectante, no comprendía porque me decía eso a
mi, aunque debía admitir que la noticia no me sentaba nada bien. No
quería que ella se fuera.
—Y…
¿por qué me lo cuentas a mi? —murmuré, un poco borde.
—Me
vas a decir ahora que no te has ido ya porque aquí se caza bien,
¿verdad? — inquirió ella entonces lanzándome una mirada
sospechosa. Me quedé en blanco. Nunca lo había pensando. ¿Por qué
no me había ido ya? Ya había ayudado, no tenía nada más que hacer
aquí…
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